De FELICIANO MEJIA
Hoy, Octubre, se queda mudo el tiempo un instante para escuchar los ecos de los Amarus.
Son doscientos años rechiflando los cascos de los caballos pisoteando los gritos en medio de plazas y montañas.
Tras nuestras venas, en doscientas burbujas, estalla resplandeciendo, la voz del hijo más dulce y nuevo y vivo. Del hombre cobrizo Túpac de ojos duramente-negros-cariñosos, reuniendo las miradas de 18 millones de hombres aniquilados y renacidos hoy día otra vez, con los nervios tensados, en este país repleto de árboles, sierras y pocas autopistas.
Acá por fin, el mar de piedras levantando las manos en las calles de cemento, en medio de pancartas y banderolas coloreadas.
Ni los herrados cascos de aviones con dientes ametralladores, ni los vientres hinchados de miles de caballos inflados como neumáticos en las orugas de las tanquetas, pueden acallar la palabra de los rebeldes de Tungasuca.
Óyelo, hermano. El tiempo, en Octubre Perú, se ha congelado un instante, para ver cómo se desbarrancaran 1os caballos y cómo emergen de la tierra muy pobre, de la mina ahuecada, de la polea cansada, del escritorio o mesa más descascarados, óyelos, cómo, cogollos, lentamente se paran de nuevo, ahora ya, los hombres chispas en fogata
Llegó la hora de reiniciar el camino cortado y empezado en Tinta.
Afila tu dedo índice para disparar la luz, échale saliva a la palma de la mano para calentar la culata de metal o madera.
Afuera y dentro de esta nación rediviva, en oficinas oscuras de Areche uniformado o vestido de terno gabardino, le castañueletean los dientes a los caballos estupidizados por la monedas, empezando su terror y desbandada.
Ya Cuzco y Amaru y Túpac y Tumbes y Tacna y Belén, Iberia y Moho, gorgorean para hervir con El Salvador o Nicaragua.
Óyelo, hermano, están resonando los pututos como descarga de granizos de plata.
¡Ya!
1 comentario:
En tus versos tallan los cantos de libertad desde las cenizas de Tupac Amaru.
Un fuerte abrazo
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